Lingüística


LINGÜÍSTICA




Trabajo de Aplicación



Alumna: Rosa María Villarán de la Puente
Semestre 2008 II

LINGÜÍSTICA
Trabajo de Aplicación

Alumna: Rosa María Villarán de la Puente

1. Cuando usted recibe mensajes a través de periódicos y revistas o de aparatos receptores de radio y televisión:
a. ¿Se de la comunicación?

SI X NO XX

¿Por qué?
Según el texto de estudio que describe nuestra sociedad fideísta, se afirma que los discursos fluyen en una misma dirección, sin alternancia y desde un solo punto, el locutor o enunciador; el oyente escucha, el lector lee, el televidente ve y escucha, pero no tiene opción a preguntar, no ejerce su función de interlocutor o enunciatario, no hay conversación. En rigor, no se da el acto de habla o lenguaje humano articulado, motivo de estudio de la lingüística; pero en su sentido más amplio, sí hay comunicación, la misma que se sustenta en las siguientes respuestas que forman parte de la misma pregunta.

b. ¿Entiende los mensajes?

SI X NO X

¿Por qué?
Porque se dan en el marco de un CONTEXTO (mundo) compartido, el CÓDIGO (lenguaje – idioma) es común al DESTINADOR y DESTINATARIO; es decir, existe un CONTACTO –canal físico y conexión psicológica– por lo tanto el MENSAJE (enunciado) es susceptible de ser de codificado y descodificado; produciendo –si fuera el caso– la modificación del contexto.

c. ¿Está seguro de la verdad de los mensajes?

SI X NO XX

¿Por qué?
El CONTEXTO produce la función referencial que podrá ser ‘denotativa’ o ‘cognoscitiva’ o de otro carácter, pero siempre será factible de verificación. La cantidad de mensajes recibidos es tan amplia, diversa y muchas veces contradictoria, que obligan al DESTINATARIO a verificar su veracidad permanentemente.

d. ¿Los difunde a su vez?

SI X NO XX

¿Por qué?
Por que requiere de un proceso previo, de selección y verificación. El primer proceso es la verificación, tanto de las fuentes (en muchos casos opiniones sobre un hecho) como de los hechos mismos. Luego, nos concentramos en lo principal sobre lo secundario, seleccionamos.

e. ¿Hace algo finalmente?

SI X NO X

¿Por qué?
Los difundo luego de lo antedicho, justamente porque al hacer selección, verificación y síntesis, es susceptible de ser compartido por una comunidad. En mi trabajo realizo permanentemente esta tarea. En la vida cotidiana –con mayor o menor consciencia– siempre estamos haciendo ‘algo’ con la información recibida; modelamos nuestra conducta, reaccionamos frente a ella, la comentamos; y al verbalizarla, producimos nuevo conocimiento sobre la información, agregándole más significados, trasformándola.


2. Cuando usted, al pasar junto al loro, oye que éste le grita: “hola caballero” y mientras usted sigue, y se ríe o dice: “hola”, ¿se da la comunicación?

SI NO XX

¿Por qué?
Nuevamente nos encontramos con la racionalidad lingüística, la misma que obviamente, no considera esta forma de comunicación como ‘acto de habla’. Hay, sin lugar a dudas, una interacción que admite la reciprocidad comunicativa en tanto el ‘sonido-estímulo’ emanado del loro produce una ‘reacción-respuesta’ expresiva, fática, positiva del oyente ; pero en sentido estricto, no es codificable, no hay ideas ni conocimientos transmitidos ni tampoco mundo compartido, contexto o idioma común.


3. Fundamente su respuesta al contestar esta pregunta: ¿y en qué parte del cuerpo está mi nombre?

Mi nombre habita en mi cuerpo íntegro, no hay parte de él que lo albergue de manera seccionada. Cada célula tiene mi nombre, ES Rosa; existencia única e irrepetible en forma y esencia, inseparablemente identificadas con MI nombre.
Una primera fundamentación la encontramos en Maurice Merleau-Ponty, filósofo fenomenólogo francés que aporta al estudio de la corporalidad de la conciencia y de ésta como intencionalidad corporal… ‘Soy mi cuerpo’ diría Merleau-Ponty.
De aquí en adelante, podríamos cimentar y argumentar la indivisibilidad del nombre-cuerpo recurriendo a diversas disciplinas, como la onomástica que es una rama de la lexicografía –que se clasifica en antroponimia, toponimia y bionimia– y que se basa en otras ciencias, como la historia, geografía, mitología, cromatografía, literatura, hagiografía, botánica, etc.; y, que siendo una disciplina esencialmente lingüística, puede proporcionar datos de interés a saberes como la Historia, la Zoología, la Arqueología, la Teología, la Filosofía, la Psicología, etc.
Y así entonces, podríamos encontrar la fundamentación religiosa de la nominación –y su disociación del cuerpo– en su sentido sacrosanto e incuestionable; o también en las concepciones materialistas dialécticas que dirán que el nombre está en el cerebro; o nuevamente, los fundamentalismos de todo tipo que nos remitirán al espíritu… y podríamos seguir según el cristal con el que se mire, entienda y conciba el mundo.
Ratificando lo dicho en el primer párrafo, yo opto por la poesía, y me quedo con el poema-fundamento de Gabriela Mistral, ‘Balada de mi nombre’ ... difícilmente encontraríamos mejor fundamentación que ésta.


4. En el siguiente conjunto de nombres españoles en plural, describa las condiciones que determinan el uso de ( -s) y de (-es):

Niñas, maníes, paredes, patos, canales, maíces, boinas, zorros, tés, meses, días, cebúes, pagarés, taxis, pies, cántaros, dúos, baúles.

Al agregar el signo (-s) o (-es) que significa () y convertir en plural cada uno de los nombres mencionados, significa que esa palabra se compone de dos signos; uno que es el singular (niña, maní, pared, pato, canal, maíz, boina, zorro, té, mes, día, cebú, pagaré, taxi, pie, cántaro, dúo, baúl) y que nos permite ‘pensar’ en un objeto concreto; y otro, que no puede operar solo, no funciona libremente, sólo asociado. Así, cada una de las palabras mencionadas, sería como sigue: Niña(-s), maní(-es), pared(-es), pato(-s), canal(-es), maíz(-es), boina(-s), zorro(-s), té(-s), mes(-es), día(-s), cebú(-es), pagaré(-s), taxi(-s), pie(-s), cántaro(-s), dúo(-s), baúl(-es). Cada uno es un morfema constituyente de la palabra en plural o signo nuevo, que sería como sigue: /Niñas/, /maníes/, /paredes/, /patos/, /canales/, /maíces/, /boinas/, /zorros/, /tés/, /meses/, /días/, /cebúes/, /pagarés/, /taxis/, /pies/, /cántaros/, /dúos/, /baúles/.
Lo que está a la base, o condiciona este uso, son las relaciones sintagmáticas (lineales) y relaciones paradigmáticas (asociativas), pues las lenguas son estructuras compuestas por un conjunto de unidades relacionadas entre sí cuyo valor es obtenido en el mismo sistema. En el momento en que quitamos o añadimos nuevas unidades el sistema cambia.


5. Explique cuál es el origen del malentendido sobre la naturaleza del lenguaje cuando:

a. Un español dice: “Los ingleses son una gente muy rara. Al pan lo llaman bread. Al preguntársele por qué es raro, explica: “Bueno, es pan ¿no?”.

El origen de este malentendido lo encontramos en la arbitrariedad del signo. Los idiomas tienen distintos significantes para denominar un mismo objeto, en este caso /pan/ y /bread/. Partiendo de la estructura biplana del signo, para el español, el signo /bread/ no es compartido, no existe la presencia solidaria de ambos elementos constitutivos de un signo –significado y significante–; para él la imagen mental de un /pan/ sólo puede ser /pan/ y no /bread/ que constituye sólo un sonido que incluso es capaz de reproducir.
El signo lingüístico es arbitrario en el sentido de que la conexión entre significante y significado se basa en una relación convencional. De ahí que cada lengua tenga su propio sistema de signos y que un mismo concepto se relacione con distintas imágenes acústicas en diferentes lenguas.

b. Un niño pequeño dice: “A los cerdos se los llama así porque son muy sucios”.

Aquí encontramos el origen del malentendido en la inmutabilidad del signo, esto es, que el significante es recibido por la masa social ya con el significado hecho lengua, a modo de herencia. Para el niño, la asociación suciedad – cerdo le ha venido impuesta desde temprano, por su entorno y condicionamiento social, aprehendió el significante subsumido al vocablo. “La lengua es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos” . No existen propiedades universales para las lenguas naturales distintas de las propiedades generales semióticas del signo como la arbitrariedad, la productividad, la dualidad y la discreción (idea que contrasta con la teoría universalista de Noam Chomsky).


6. El alumno deberá analizar su propio idiolecto. Debe dar razonadamente cinco ejemplos de características fónicas, cinco de características sintácticas y cinco de características semánticas.

Características fónicas de mi idiolecto: Primera, tengo una voz grave, esto es en cuanto a la vibración de mis cuerdas vocales. Segunda, hablo en tono alto por lo general. Tercera, mi voz puede resultar en exceso nasal. Cuarta, incurro en el arrastre de las vocales. Quinta, suelo comerme la ‘s’ de los plurales al final de la oración.
Características sintácticas de mi idiolecto: Primera, uso abundantemente preposiciones para articular mi discurso. Segunda, suelo colocar el sujeto al final. Tercera, uso el doble posesivo del quechua con facilidad. Cuarta, con frecuencia coloco sufijos a los adjetivos. Quinta, indistintamente, coloco el verbo al final.
Características semánticas de mi idiolecto: Primera, intento usar términos que tengan la misma acepción en otras culturas o palabras polisémicas. Segunda, me preocupa tanto la denotación como la connotación. Tercera, uso parábolas o metáforas que propicien la representación mental asociada al ‘sentido’ que le imprimo (ejemplo: ‘bienes de la creación’ en vez de ‘recursos naturales’). Cuarta, uso la metonimia para enfatizar (ejemplo ‘es un Picasso’ en vez de ‘este cuadro es una verdadera obra de arte’). Quinta, invento palabras.


7. El alumno debe anotar las diferencias que encuentra entre el español que habla y el que hablan otras personas en condiciones geográficas o sociales diferentes.
Hay muchísimas diferencias entre el español que hablo y el que hablan mis colegas de otras regiones del país, con quienes interlocuto permanentemente; tanto así, que con frecuencia incorporo a mi lenguaje común otras maneras de hablar. Una de las diferencias más características, la explicaba en el ejemplo anterior, es el uso del doble posesivo que aportan los colegas de Ayacucho, Puno, Huancavelica, Apurímac o Cusco, básicamente venido del quechua (‘su casa de él’ por ejemplo). De los colegas de la selva se aprende a construir las frases de manera absolutamente distinta, por ejemplo ‘de la palta su pepa’, resultando tremendamente pedagógico este uso del lenguaje con los niños, es realmente sorprendente su eficacia. Otra diferencia importante es el acervo del léxico, mientras en el español que aprendí el cúmulo es vasto, cuando converso con mis colegas de Canas, Canchas, Juliaca, Tayacaja o Leoncio Prado, observo de inmediato la reiteración de palabras, denotando un bagaje lingüístico escaso del español.
Podría dar más ejemplos, sin embargo, quisiera permitirme un comentario sobre cierto tufillo discriminatorio implícito en la pregunta y más bien abogar por el sentido inclusivo que debiéramos tener para con todo aquello que es ‘distinto’. Traigo aquí a la profesora Maria Victoria Camacho, quien nos dice:
‘A todos nos han dicho de pequeños que no debemos decir Me se cayó sino Se me cayó. Sin embargo, desde el punto de vista lingüístico, no hay ninguna razón para preferir la segunda a la primera. Se trata de una preferencia exclusivamente social, o si queremos sociolingüística. Los que utilizan la primer forma son considerados personas sin formación o provenientes de zonas geográficas poco desarrolladas, ya sea comunidades autónomas o pueblos. Desgraciadamente, la forma en que hablamos se ha convertido en una forma más de discriminación social, una práctica que debemos combatir’.
‘Me se cayó es una construcción gramatical del español puesto que es generada sistemáticamente por hablantes nativos de nuestra lengua y estos hablantes la reconocen intuitivamente como parte de su repertorio lingüístico. Esto es, ha sido generada teniendo en cuenta el conocimiento implícito que el hablante del español tiene de su lengua. La diferencia entre ambas estructuras se debe a que son utilizadas en distintos registros o por distintos grupos sociales o regionales. El lingüista debe, por tanto, respetar la forma de hablar de todos los hablantes de la lengua, describirla y conocer el contexto social en el que se usa cada expresión’.

8. Anote las razones por las cuales un acto de lengua puede frustrarse.

Primera: Si la persona que habla no produce un enunciado apropiadamente (usa un idioma no compartido, no tiene dentadura, está incapacitado, etc.).
Segunda: Si la persona que oye, no consume convenientemente el enunciado (es sordo, habla otro idioma, el canal es defectuoso, etc.).
Tercera: Si el tiempo y el lugar no son los apropiados (si el enunciado no cuenta con un sufijo verbal o si el hablante está muy lejos del oyente).
Cuarta: Si el hablante no tiene intención ni propósito y no realiza el acto inlocutivo.
Quinta: Si no se modifica el contexto, si el oyente no realiza el acto perlocutivo.
Sexta: Si los hablantes y oyentes no tienen un saber común o no tienen un mundo compartido o no hay co-presencia.

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